La
noticia de que una caravana de miles de migrantes provenientes de América
Central se aproxima hacia los Estados Unidos hizo que las demandas del
presidente Trump para que los gobiernos
vecinos a ese país detuvieran la caravana pongan atención en la necesidad
apremiante de una estrategia regional para hacer frente a los flujos
migratorios.
Earl
Anthony Wayne, becario de políticas públicas; co-presidente del consejo asesor,
Mexico Institute (Instituto de México) del Woodrow Wilson Center, elaboró un
artículo titulado “Caravan ‘Crisis’ a Chance to Forge Better Immigration
Policy” (lit. La ‘crisis’ de la caravana es una oportunidad para forjar una
mejor política de migración), en el cual comenta que con la caravana actual, el gobierno
de México se encuentra atrapado entre las poderosas solicitudes de acción frente
a los migrantes en los Estados Unidos y partes de su propia sociedad que
simpatizan con los migrantes. Además, su libertad de acción está limitada por
mecanismos débiles de aplicación y de refugio y marcos legales favorables para
los migrantes. Asimismo, la caravana también es una prueba para el presidente
entrante de México, Andrés Manual López Obrador (AMLO), quien asumirá el cargo
el 1 de diciembre. Defiende los derechos de los migrantes pero también busca
una buena relación con los Estados Unidos para que pueda centrarse en las
prioridades nacionales.
Las
palabras amenazantes de parte de Donald Trump para estimular “la acción” son
bien conocidas, pero Wayne considera que en lugar de usar tuits amenazantes, Estados
Unidos necesita construir un enfoque integral con los vecinos de México y América
Central para gestionar mejor la migración a corto y largo plazo. Las
conversaciones del secretario de Estado Mike Pompeo con los actuales líderes
mexicanos y el ministro de Relaciones Exteriores entrante proporcionan una base
para tal trabajo. Aun cuando la petición de los Estados Unidos de pedir a las
autoridades de sus vecinos del sur que ayuden a regularizar y controlar los
flujos de migrantes hacia el norte están bien justificados, para una estrategia
global exitosa, “las solicitudes firmes de acción deben ir acompañadas de
propuestas sustanciales para programas que puedan aliviar las causas de la
migración hacia el norte e incluir pasos viables para proteger y cuidar a los
migrantes vulnerables en ruta, así como para adjudicar sus legítimos derechos”.
Los Estados Unidos deben planificar una asistencia sustancial y sostenida y
establecer políticas que fortalezcan las instituciones, reducir la violencia y
fomentar el desarrollo económico y la prosperidad en México y el Triángulo
Norte de América Central: Guatemala, Honduras y El Salvador.
De acuerdo
con el artículo, en los últimos años, en el norte, las autoridades
estadounidenses y mexicanas establecieron un equipo de trabajo mucho más
cercano para manejar la violencia en la frontera, los retornos de los migrantes
y enfrentar las actividades delictivas a lo largo de la frontera. Por otro
lado, para la frontera sur de México, los Estados Unidos intensificaron la
capacitación, el suministro de equipos y el intercambio de información para
identificar mejor los cruces fronterizos peligrosos.
Las
autoridades mexicanas devolvieron a casi 500.000 centroamericanos en los
últimos cinco años, quienes antes habrían llegado a la frontera de los Estados
Unidos. Pese a que México también trabajó con los Estados Unidos para ayudar a
Guatemala, Honduras y El Salvador a abordar la delincuencia y los problemas
económicos, organizando varias conferencias importantes, la cooperación entre
EE. UU. y México se desaceleró significativamente en 2018, en respuesta a las
medidas de cumplimiento de la frontera de los Estados Unidos y a las
declaraciones públicas negativas del presidente Trump sobre México. El Senado
mexicano pidió dos veces que se suspendiera la cooperación de seguridad pública
con los Estados Unidos, y las opiniones favorables de los Estados Unidos sobre
México se redujeron de manera precipitada.
El
presidente electo Andrés Manuel López Obrador ha declarado abiertamente ser un
firme defensor de los derechos humanos de los migrantes y de utilizar programas
de desarrollo y creación de empleo para aliviar la presión de migrar, aunque
también reconoce la prioridad de los EE. UU. para detener los flujos
migratorios no regulados y comprende las deficiencias en los procesos
fronterizos, la infraestructura y la capacidad organizativa actuales de México
y, debido a estas debilidades, “México tiene poco conocimiento sobre quién
ingresa al país desde el sur y hacia dónde se dirige”.
Finalmente,
Earl Anthony Wayne, considera que se pueden desarrollar y perfeccionar los
programas actuales de desarrollo y cumplimiento de la ley de los Estados
Unidos. Un programa de trabajadores temporales más amplio que aborde tanto las
necesidades del mercado de dicho país como la necesidad de ingresos adicionales
en los países vecinos del sur. Plantea que la copercaión con gobiernos de
Guatemala, Honduras y El Salvador y las organizaciones internacionales será
necesaria para lograr soluciones sostenibles, pero es esencial primero forjar
un entendimiento mutuo entre los Estados Unidos y México. A pesar de que el
acuerdo requerirá un arduo trabajo dadas las diferentes perspectivas al norte y
al sur de la frontera, el autor lo
considera factible, “pues al igual que lo hicieron en el comercio con el nuevo
Acuerdo trilateral (UMSCA), México y Estados Unidos deberán asumir compromisos
que reconozcan las prioridades de la otra parte”.
FUENTE: Wayne, Earl. “Caravan ‘Crisis’ a Chance to Forge
Better Immigration Policy”. Wilson Center.
10-23-18.
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