
En el
artículo “In Search of Safety, Growing Number of Women Flee Central America”
escrito por Jeffrey Hallock, Ariel G. Ruiz Soto y Michael Fix, miembros del
Instituto de Políticas de Migración (MPI por sus siglas en inglés), se explica
que actualmente, los migrantes del Triangulo del Norte constituyen la mayoría
de las detenciones en la frontera del suroeste. Varios factores que contribuyen
a la inestabilidad en la región están empujando a las personas a huir en
números récord, lo que resulta en lo que se ha descrito como flujos parecidos a
refugiados. La pobreza arraigada y el deseo de reunificarse con familiares en
los Estados Unidos también están impulsando parte de la migración.
Los autores
del artículo manifiestan que las mujeres y los niños han demostrado ser
particularmente vulnerables a las formas emergentes de violencia e
inestabilidad política en el Triángulo del Norte. Sin embargo, se ha prestado
menos atención a las experiencias de género de las mujeres y las niñas
obligadas a abandonar la región: las normas sociales y los precedentes legales
en los países del Triángulo del Norte permiten de manera rutinaria que los
delitos de género queden sin castigo, y los autores de la violencia actúen con
impunidad. Por otra parte, el reclutamiento forzado de mujeres para ser novias
de pandilleros así como las tasas de feminicidios en el mundo suelen ser muy
altas y han producido patrones de comportamiento y sentimientos de inseguridad
personal que contribuyen directamente a las decisiones de las mujeres para
migrar. Si bien las experiencias de migración de las mujeres no existen en un
vacío separado de las de los hombres, “las mujeres a menudo enfrentan desafíos
distintos en el viaje, en el país de destino, durante la detención y durante la
repatriación”. El artículo es sustancioso, ya que esboza la creciente
representación de las mujeres centroamericanas en las actividades de control de
la inmigración, ilumina los desafíos que enfrentan las mujeres migrantes en
medio de los cambios en la política de los Estados Unidos y examina las
amenazas al regresar a su país de origen.
De acuerdo
con información presentada por Jeffrey Hallock, Ariel G. Ruiz Soto y Michael
Fix, respecto a los patrones de violencia, los países del Triángulo del Norte
albergan algunas de las tasas más altas de homicidios y delitos violentos en el
mundo, en parte como resultado de los desafíos actuales a la seguridad
ciudadana y al estado de derecho. Pandillas y grupos del crimen organizado
rivalizan con la policía y las fuerzas de seguridad nacional por el control
territorial. Si bien no existe un consenso sobre las causas fundamentales que
impulsan los cambios en las salidas, la violencia es un hilo común en las
historias de personas que abandonan la región, incluidas las mujeres. La
migración de El Salvador y Honduras está vinculada a la violencia dirigida,
como el asesinato, el secuestro, la extorsión y el reclutamiento forzado de
pandillas. Los miembros de las pandillas obligan a las mujeres jóvenes y a las
niñas a tener relaciones sexuales y la resistencia puede llevarlas a la muerte.
Las pandillas también son conocidas por venganza contra los rivales a través de
la violación y el asesinato de hijas y hermanas. Por otro lado, la migración
guatemalteca está más a menudo vinculada a una mezcla de violencia general,
pobreza y violaciones de derechos, especialmente entre los indígenas.
Además de
todo lo que sufren las mujeres en sus países de origen también enfrentan
dificultades extremas en el viaje hacia el Norte, ya que experimentan tasas
desproporcionadamente altas de violencia sexual, y pueden ser víctimas de
actores como contrabandistas (coyotes), pandillas, carteles y policías. A pesar
de estos peligros, un número creciente de mujeres centroamericanas se han
desplazado a través de México en los últimos años. Una vez que las mujeres
logran llegar a Estados Unidos la situación no es más esperanzadora pues las
mujeres inmigrantes en general y las mujeres no autorizadas en particular
(algunas de las cuales son centroamericanas) han enfrentado desventajas
estructurales durante mucho tiempo. Las mujeres pueden experimentar abuso
físico y emocional por parte de sus parejas o empleadores que utilizan la
amenaza de deportación para ejercer control sobre ellas.
Como se
mencionó en líneas arriba, el artículo es sustancioso y sólo se mencionaron algunos puntos clave del
problema, pero se recomienda leer el artículo completo para tener un panorama
completo del tema. Jeffrey Hallock, Ariel G. Ruiz Soto y Michael Fix demuestran
cómo los riesgos y vulnerabilidades que sufren las mujeres migrantes son
demasiados. Su artículo, en este caso, visibiliza lo que ocurre con las mujeres
en el Triángulo del Norte, pero puede
servir como una plantilla para comprender los flujos de migración mixta en
otros contextos regionales.
FUENTE: Hallock,
Jeffrey, Ariel G. Ruiz Soto, and Michael Fix. “In Search of Safety, Growing
Number of Women Flee Central America”. Migration
Policy Institute. 05-30-18.
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