Dos de las promesas de campaña del presidente Donald Trump fueron deportar a los
miles de inmigrantes sin documentos de Estados Unidos y asegurar la frontera sur
con México. Desde el 2018, el sistema de protección fronteriza que Trump endureció
hizo que miles de migrantes estuvieran hacinados en los Centros de Detención y que
también fueran separados de sus familias u acompañantes. Los niños fueron los
más afectados al ser aislados de sus padres, pues se volvieron vulnerables a malestares
físicos y a trastornos psicológicos. La víctima más reciente fue Carlos
Gregorio Hernández Vázquez, de Guatemala, quien es el tercer niño en seis meses
en morir después de haber sido detenido por el Servicio de Inmigración y
Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE por sus siglas en inglés);
Carlos padecía de influenza, y debido a la negligencia de las autoridades y los
servicios médicos, no pudo sobrevivir a la extrema tensión de huir de la violencia
de su país, ni de Estados Unidos. Margaret Talbot, columnista para The New Yorker,
coloca a Carlos como un símbolo del fracaso de las nuevas medidas de ICE en
la frontera a lo largo de su artículo “The Challenge at the Border Shows No
Signs of Abating”, donde recuenta las acciones fallidas de la política
migratoria de la administración del presidente Trump.
La Ley de Estados Unidos indica que cualquier
solicitante de asilo en el país no puede ser deportado hasta que las
autoridades hayan escuchado su caso. Sin embargo, Talbot recuerda que la reciente
ola de migrantes, la mayoría mujeres y niños provenientes de América Central, terminan
no solo ignorados, sino detenidos por días o semanas en celdas sobrepobladas. La
prueba, dice la autora, está en que desde abril la Oficina de Aduanas y
Protección Fronteriza de los Estados Unidos ha detenido a ciento diez mil
inmigrantes, su punto más alto desde 2007. Al mismo tiempo, relata Talbot, la
administración de Donald Trump ha buscado construir un muro y dejar que los solicitantes
de asilo esperen en México; también las autoridades han revocado la ciudadanía
por nacimiento (una acción clasificada como impráctica y anticonstitucional de
acuerdo con Talbot). Otros, como el yerno de Trump, Jared Kushner, también ha
aparecido en el Congreso con un plan de paz para el Medio Oriente basado en el “mérito”,
que niegue el acceso a los inmigrantes con mínimas destrezas y a la migración
familiar. Este comportamiento de la administración, finaliza Talbot, no solo
busca restringir toda migración, sino denegar toda posibilidad legal y política
para acoger a los que buscan tener una mejor vida en Estados Unidos. Es necesario
tener en mente las palabras de Talbot y el papel de México como país de
tránsito para pensar cuál es la mejor manera de afrontar la retórica antiinmigrante
de Trump, así como también para proteger los intereses de los mexicanos y los
derechos humanos de los latinoamericanos migrantes.
FUENTE:
Talbot, Margaret. “The Challenge at the Border Shows No Signs of Abating”. The
New Yorker. 26-05-19.
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