James Monroe, el quinto presidente de Estados Unidos, planteó en 1823 una filosofía que hubo de permanecer arraigada al pensamiento estadounidense y cuyo fin determinaría el rumbo de este país en asuntos internacionales. Este legado fue su doctrina (del latín doctrīna que significa “enseñanza” o “instrucción”) que establecía que los países o “poderes europeos no podían interferir en asuntos de los países del continente Americano”, esto incluía “futuras colonizaciones” y “títeres monarcas” (Gobierno de Estados Unidos). Bajo la máxima “América para los americanos”, muchos agentes políticos le han dado muchas interpretaciones a la doctrina Monroe de acuerdo con sus intereses, como John Bolton, Consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos; él anunció que la doctrina “está viva y está bien”, al mismo tiempo que hablaba de una futura intervención militar para derrocar al régimen del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, después de que usó la fuerza militar para reprimir a la rebelión del 1 de mayo. Sin embargo, como dice la Kori Schake, “esta es una mala praxis de la Seguridad Nacional, una oportunidad desaprovechada de la buena voluntad política que se había ganado Estados Unidos, por haber descartado una política histórica que sobrepasó su principal propósito”.
Bajo este contexto, Schake comienza el artículo recomendado del día, “Let the Monroe Doctrine Die”, que invita al lector reflexionar sobre la doctrina Monroe y la interminable tensión política entre Venezuela y Estados Unidos. La autora, directora general del Instituto Internacional para los Estudios Estratégicos de Estados Unidos y colaboradora para la revista Foreign Policy, recuerda que en 1895 ya se había “invocado el uso” de la doctrina Monroe en Venezuela”, año en que empezaron los roces entre ambos países y explica lo problemática que resultaba esta intervención. Menciona que durante esos años Venezuela no tenía estabilidad de ningún tipo y que dependía de la fuerza militar para enriquecerse a sus anchas; también el país latinoamericano estaba perdiendo las negociaciones con Gran Bretaña en cuanto a la demarcación del territorio en la Guyana Británica. Estados Unidos, además de que irónicamente “abandonó Venezuela a pesar de que había invocado la doctrina [por las acciones de Gran Bretaña]”, “reforzó sus contratos con países de Europa para ir en contra de los gobiernos del oeste, o del continente Americano”. Esto tuvo como consecuencia que Estados Unidos no solo le ayudara a la corona británica a ganar incluso más territorio del que había solicitado, sino que también el gobierno norteamericano ganó más influencia y poder practicando la diplomacia, intervención militar y economía política predatoria. Para inicios del siglo XX, Estados Unidos aplicó la doctrina Monroe de tal manera que resultó en la ocupación de la Republica Dominicana, Cuba, Haití, Nicaragua y el puerto marítimo de Veracruz, en México. Más tarde Roosevelt implementaría la política del “Buen Vecino”, y dejaría de intervenir en asuntos de Montevideo (1933), Buenos Aires (1936) y La Habana (1940). Sin embargo, las políticas actuales han revertido la política de Roosevelt bajo el mandato del presidente Donald Trump, quien no ha cambiado de opinión para intervenir nuevamente en Venezuela.
FUENTE: Schake, Kori. “Let the Monroe Doctrine Die”. Foreign Policy. 05-29-19.
Comentarios
Publicar un comentario