Sin duda la administración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ha distinguido por ser una que difiere constantemente con los proyectos e iniciativas que tuvo la administración del ex presidente Barack Obama; en el tránsito a una reivindicación, esta administración ha proyectado su extremismo en todos los sentidos, incluyendo temas económicos, encabezados por la premisa "America First" o "América Primero". El siguiente artículo recomendado del día analiza las actitudes dominantes de Estados Unidos y sus consecuencias en el mercado mundial de energía para coronarse como líder energético. La doctora en Ingeniería Energética Rosío Vargas, investigadora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (UNAM), expone en su artículo "Dominio energético global estadounidense" para la revista Petroquimex dos planos sobre los que se desarrollará la nueva estrategia energética del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, para alcanzar su independencia: el nuevo diseño de un plan permisivo para con la industria energética al interior de ese país y el posicionamiento de Estados como el líder mundial energético. Comparado con la administración de Obama, Vargas apunta que la reforma estratégica se ha vuelto de gran importancia para México y para el mundo entero. Por una parte, porque dentro de Estados Unidos se ha ido gestando una alianza entre la administración actual y algunas agencias de gobierno para controlar las tierras a través de nuevas legislaciones y políticas en contra del medio ambiente que recortan regulaciones, ignoren el valor histórico o que revocan planes en su conservación. Por otra parte, dominio mundial de Estados Unidos implica en su plan explotar los recursos internos para promover su competitividad internacional debido a la gran ventaja de su producción en constante aumento del 3% y 10% anuales; también controlar, sobre todo, los mercados de la Unión Europea y Asia. Esto solo es posible, dice Vargas, porque la administración de ha dispuesto no solo a vender petróleo, sino también carbón, combustibles fósiles, producir energía nuclear, aprovechar la energía renovable e invertir en "desarrollos avanzados". Afirma la autora que una de las prioridades para que Estados Unidos sea líder energético, es integrar a América del Norte, lo que fortalecería a su economía y, a su vez, el mismo mercado norteamericano de energía. Esto implica que deba confiar plenamente en su aliado vecino México como productor y consumidor confiable, y no como un vecino para el cual se deba construir un muro.
FUENTE: Vargas, Rosío. “Dominio energético global estadounidense”. Petroquimex. Revista de la Industria Energética. 27-02-18.
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