
Douglas A. Irwin, profesor de economía en Dartmouth
College y autor del libro Clasing Over
Commerce: A History of US Trade Policy, escribió en su artículo “Trade
Under Trump” publicado en la revista estadounidense Foreing Affairs, que durante la campaña presidencial de 2016,
Donald Trump afirmó repetidamente que sus socios comerciales se estaban
aprovechando de los Estados Unidos. Los malos acuerdos comerciales, dijo, eran
los culpables de la pérdida de empleos y la profundización de los déficits
comerciales. Sin embargo, nunca expuso en detalle lo que pretendía hacer al
respecto, y su política comercial como presidente no ha sido más que una
casualidad.
Irwin menciona que en uno de los primeros actos
oficiales, Trump retiró a los Estados Unidos de la Asociación Transpacífica
(TPP) precipitadamente, sin siquiera considerar renegociar o cambiar el nombre
del pacto. También amenazó con retirar a Estados Unidos del TLCAN. Sin embargo,
en este caso, sabiamente optó por continuar las negociaciones. A pesar de la
postura hostil de la administración durante las conversaciones, la
renegociación de lo que Trump llamó el "peor acuerdo comercial" se
logró con algunos cambios significativos en el acuerdo original. Otro aspecto
que deja claro el autor del artículo es la implementación de aranceles. Los
presidentes de los Estados Unidos no pueden cambiar los aranceles por capricho,
y el Congreso, no el presidente, es constitucionalmente responsable de regular
el comercio. No obstante, en agosto de
2017, el mandatario le dijo al personal superior de la Oficina Oval: "Quiero
aranceles, tráeme algunos aranceles", en consecuencia, sus deseos se hicieron
realidad. A mediados de 2018, el gobierno desempolvó un antiguo estatuto que
permitía al presidente imponer aranceles si determinaba que eran necesarios
para la seguridad nacional. Después de que se completaron las investigaciones
necesarias, Trump impuso un arancel del 25% sobre el acero importado y un
arancel del 10% sobre el aluminio importado.
Por otra parte, la lucha contra China ha sido un tema
relevante. Douglas A. Irwin expone que la agenda anti-China de la administración
Trump está impulsada no sólo por sus preocupaciones económicas, sino también
por su creencia de que China representa una amenaza para los intereses globales
de Estados Unidos. En agosto de 2017, la administración recurrió a la Sección
301 de la Ley de Comercio de 1974, la
misma disposición que la administración de Reagan utilizó contra Japón en los
años ochenta. Esa ley le permite al presidente tomar represalias contra las
prácticas comerciales desleales extranjeras, según lo juzgan los funcionarios
de los Estados Unidos en lugar de la Organización Mundial del Comercio. Así
pues, en abril de este año, Trump impuso aranceles sobre las importaciones
estadounidenses de China por un valor de 50.000 millones de dólares. Sin
embargo, China luego tomó represalias
contra las exportaciones agrícolas de Estados Unidos. Irwin considera que “las
negociaciones con China fueron, en el mejor de los casos, a medias”.
Donald Trump es conocido por expresar sus
descontentos, la Organización Mundial
del Comercio no se salvó de sus palabras, pues el presidente declaró que dicha
organización “es incluso peor que el TLCAN”. Además, opina que está diseñado
para aprovecharse de los Estados Unidos e incluso ha mostrado sus deseos de
deja la OMC. Irwin manifiesta que la principal queja de la administración ante
la OMC es que no da lugar a aranceles recíprocos, sólo a los no discriminatorios.
Es decir, algunos países pueden tener niveles arancelarios más altos que otros;
el único requisito es que no puedan favorecer a un país sobre otro, sin un
acuerdo de libre comercio. La administración también se queja de que el sistema
de solución de diferencias de la OMC ha sobrepasado su autoridad y no respeta
la soberanía estadounidense. A pesar de que el mandatario ha mostrado sus
deseos de alejarse de la Organización, Irwin dice que “la administración no
parece lista estar lista para ir tan lejos”.
Finalmente, ¿cómo se visualiza el futuro? Douglas A.
Irwin manifiesta que la política de Trump está obsesionada con el déficit
comercial. Así que, sin importar el resultado de las elecciones intermedias, es
probable que la administración continúe con una agenda comercial activa y
perturbadora. Los republicanos, incluso los del Medio Oeste, donde las
represalias extranjeras contra las exportaciones agrícolas han cobrado su
peaje, han sido reacios a controlar al presidente. Mientras tanto, es probable
que los demócratas apoyen muchos de sus movimientos para proteger la
manufactura nacional. En cualquier caso, Trump ha invocado leyes específicas
que le permiten imponer aranceles sin la aprobación del Congreso, aunque
necesitará la aprobación legislativa para nuevos acuerdos comerciales, como el
renovado TLCAN.
FUENTE: A. Irwin, Douglas. “Trade Under Trump”. Foreign
Affairs. 11-06-18.
Comentarios
Publicar un comentario