En noviembre de 2000, cuando el recuento de votos de
Florida tenía en vilo a Estados Unidos, una senadora demócrata recién electa por
Nueva York dejó de lado la celebración por su victoria para abordar la
posibilidad de que Al Gore terminara ganando el voto popular pero perdiendo la
elección presidencial. Hillary Clinton fue rotunda entonces: “Creo de verdad que
en la democracia debemos respetar la voluntad del pueblo, y para mí eso
significa que es tiempo de deshacernos del Colegio Electoral y optar por una
elección popular para escoger a nuestro presidente”.
Dieciséis años después, el Colegio Electoral sigue en
pie y Clinton se convirtió en la segunda candidata demócrata a la presidencia
(después de Gore) en la historia moderna en ser derrotada por un republicano que
obtuvo menos votos (George W. Bush, en el caso de Gore).
FUENTE: Jonathan Mahler
and Steve Eder, The New York Times, The Electoral College Is Hated by Many. So Why Does It Endure?,
11-11-16
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