A
pesar de que los inmigrantes y forasteros se han enlistado continuamente en el ejército
de Estados Unidos prácticamente desde que fundó este país, actualmente las
políticas del Congreso y el Departamento de Defensa (DOD por sus siglas en inglés) se han endurecido para aquellos que
buscan obtener la nacionalidad. El escrutinio hacia los nuevos reclutas, así
como su proceso de entrenamiento y naturalización son realmente complejos, limitando
y retrasando a los candidatos para servir a Estados Unidos. El siguiente documento
recomendado “Noncitizens in the U.S. Military”,
del Instituto de Política Migratoria, analiza la historia de las
naturalizaciones de los reclutas y el estado actual de dicho proceso. Los
autores, Chishti, Rose y Yale-Loher, afirman que, mientras que tuvo sus grandes
momentos durante las Guerras Mundiales, la naturalización a través del
enlistamiento en el ejército es bajo pero con un progresivo aumento desde el
atentado terrorista del 11 de septiembre de 2011, al punto de que hoy 8,000
forasteros representan el 1.6% de la fuerza armada. Asimismo, el programa Military Accessions Vital to the National
Interest (MAVNI), que inició en
el 2008, ha permitido que 10,000 inmigrantes obtengan la nacionalidad; también
900 personas que tenían la green card
o la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, pudieron convertirse en
ciudadanos estadounidenses por enlistarse en el ejército.

Desde que el presidente Donald Trump tomó posesión en 2016, todo
el proceso cambió. Para 2017, casi 1,000 reclutas de MAVNI estaban en lista de espera,
con visas temporales a punto de expirar y dejándolos vulnerables a la
deportación. También la fuerza militar de Estados Unidos demandaba que todos los
reclutas fueran expertos en el idioma inglés, tuvieran seguro médico y
conocimientos en habilidades cibernéticas; por suerte, los no-ciudadanos no
están en una mala posición para cubrir estas necesidades. En cambio, los
candidatos de otra nación han aminorizado un poco el impacto de las metas de
reclutamiento, pues en el año fiscal de 2018, no se cumplió la meta de
conseguir 80,000 nuevas unidades, faltando 10,000 para conseguirlos. Sin embargo,
esta actitud diferida del proceso de selección solo demuestra la preocupación nada
nueva de la armada estadounidense por la seguridad nacional, que hicieron
finalmente de conocimiento público en dos declaraciones de septiembre de 2016 y
de octubre de 2017. En este sentido, los autores proponen un cambio en el
proceso para balancear la competitividad nacional en la armada y los intereses
de la seguridad de la administración.
FUENTE:
Chishti, Mustafar, Austin Rose & Stephen Yale-Loehr. Noncitizens in
the U.S. Military: Navigating National Security Concerns and Recruitment
Needs. Migration Policy
Institute. May 2019.
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