
En las últimas tres décadas, México ha cambiado en
todos los sentidos. Políticamente, las décadas de gobierno de un solo partido
terminaron en una democracia competitiva aunque a veces complicada. En palabras
de la autora del artículo, esta transformación de lento movimiento también
incorpora un logro mayor: “un alejamiento del poder informal, personalista y
centralizado a través del fortalecimiento de las instituciones”. Impulsado por
políticos opositores, organizaciones de la sociedad civil, periodistas de
investigación, empresarios y las decisiones de millones de dueños de negocios,
trabajadores y votantes, México se ha convertido en un lugar con un sector
privado diverso y cada vez más independiente, con mayor transparencia y acceso
a la información e incipiente. No obstante, la transformación de México no ha
sido del todo buena. Shannon K. menciona que la delincuencia, la violencia y la
corrupción (o al menos la conciencia pública de ello) han aumentado, afectando
la vida cotidiana de muchos. El crecimiento económico, el acceso a la atención
médica, la educación de calidad y los empleos con beneficios divergen
drásticamente entre el norte y el sur del país: en Nuevo León, sede del centro
industrial de México, menos de 2 de cada
10 ciudadanos viven en la pobreza,
similar a sus homólogos cercanos de Texas;
en cambio en el sur, casi 8 de cada
10 enfrentan dificultad económica
diaria.
Por otra parte, la autora considera que el TLCAN ayudó
a abrir México a los mercados internacionales, pero hizo poco para enfrentar
los monopolios y oligopolios que aumentaron los precios en el país y dificultaron
que los menos conectados salieran adelante. Además dice que las recientes
reformas estructurales están comenzando
a eliminar estas barreras: la reforma financiera ha aumentado el acceso al
crédito, la reforma de las telecomunicaciones ha bajado los precios, la reforma
energética ha traído nuevos hallazgos y suministros más estables, los cruzados
antimonopolio han adoptado prácticas comerciales desleales y educación. Esto
quiere decir que la reforma apenas está comenzando a preparar mejor a los
jóvenes de México para los empleos del siglo XXI. Sin embargo, desde la
perspectiva de la autora, la “Cuarta transformación” no busca construir sobre
esta base. En lugar de eso, parece hacer retroceder los beneficios
institucionales tan importantes para la transformación de México, ya que López
Obrador, un líder obsesionado con su lugar en la historia, impulsa el retorno
al enfoque más personalista del pasado.
Para Shannon K., como para muchos otros periodistas,
los juegos de poder político se ven reflejados en los referendos “legalmente
dudosos” que ha realizado Andrés Manuel, en los cuales ha encuestado a un
pequeño porcentaje de la población con preguntas importantes sobre proyectos de
infraestructura, programas sociales e incluso si se debe procesar a los ex
presidentes. Esto expone que AMLO está ignorando años de precedentes y normas
legales, disminuyendo así el papel de los poderes legislativo y judicial.
La autora opina que esta toma de poder “está
destinada a empobrecer a México”, pues la cancelación del nuevo aeropuerto de
la Ciudad de México retrasará el paso no sólo de millones de pasajeros, sino
también la de decenas de millones de toneladas de carga que unen a México en las cadenas de
suministro de Norteamérica. Además, reafirmar el dominio estatal de Pemex en
energía disminuirá el dinero, la tecnología, los conocimientos técnicos y la
producción futura, arrastrando las finanzas públicas y el crecimiento
económico.
En conclusión, Shannon K. O’Neil considera que en
términos generales, el regreso de una presidencia imperial debilita la promesa
de México, erosionando las crecientes ventajas de sus instituciones y los
controles y equilibrios sobre el poder.
FUENTE: O’Neil, Shannon K. “Lopez Obrador
Spells Trouble for Mexico”. Council on
Foreign Relations. 11-30-18.
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