Como
conmemoración de la tragedia ocurrida en Tlatelolco en 1968, el New York Times publicó un artículo
escrito por Elisabeth Malkin (reportera del mismo diario ubicada en Ciudad de
México), la cual narra lúcidamente los acontecimientos y descifra el
significado de los mismos para la historia de México: el año 1968 será
recordado de una manera paradójica no sólo porque México haya sido anfitrión de
los Juegos Olímpicos, sino por la masacre de estudiantes en la Plaza de las Tres
Culturas del complejo habitacional en Tlatelolco. Mientras que en los medios
masivos se presentaba al mundo un anfitrión moderno como nación emergente en el
terreno económico, progresista y democrático, la población recibía el cinismo
de la represión, la violencia y el silencio en su contacto con una estructura
rígida de sus instituciones.
La utilización
de la fuerza del ejército nacional fue
símbolo de la barbarie moderna para imponer control sobre las protestas que amenazaban
desde semanas atrás al país, en un contexto que compaginaba con el sentimiento
revolucionario a nivel mundial de esos meses: estudiantes aliados con
trabajadores en Francia, protestas por derechos civiles y oposición a la guerra
de Vietnam en Estados Unidos, avance de grupos guerrilleros en Brasil, etc.
Como
se explica en el artículo, las demandas sociales y políticas del movimiento
fueron las que le dieron fuerza al mismo; era una agenda estudiantil que podía
ser adoptada desde la izquierda, el centro o la derecha. Pedían libertades y
derechos básicos: libertad de expresión, el cese de la violencia sistémica por
parte del Estado, libertad a presos políticos y una cultura de diálogo con las
autoridades. No es sorpresa que, como se menciona en la nota, mucha gente cite
ese año como el inicio de una transición democrática en México.
Fue la
incontenible potencia del movimiento, el inminente inicio de los Juegos
Olímpicos y la presurosa llegada de reporteros de diferentes partes del mundo
que llevaron a las autoridades a simplemente optar por acabar con la vida de
los protestantes.
La reportera
cita varias obras escritas sobre el tema del 68 que hablan del contraste de la
imagen moderna de país de estabilidad frente a una tradición política de “omisión,
silencio y status quo” como sociedad.
Por muchos años los acontecimientos reales permanecieron como un misterio, así
como lo ha sido el número real de personas que fueron asesinadas. Sin embargo,
concluye la autora que tras varios años de esfuerzo, resistencia y demandas se
logró incorporar este evento en la memoria colectiva de México. Sin duda la
fecha se ha convertido en un símbolo de los crímenes del Estado y del fracaso
del mismo para proveer justicia a innumerables víctimas de asesinatos y
desapariciones que aún hoy en la actualidad sigue un tema no resuelto que
lastima a la nación.
FUENTE: Malkin, Elisabeth. “50 Years After a Student Massacre, Mexico
Reflects on Democracy”. The New York
Times. 10-01-18.
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