Canadá
siempre se ha identificado profundamente con la zona del Ártico y otros
destinos de América septentrional; con el objeto de delimitar su identidad
nacional, su territorio y sus relaciones económicas, el gobierno canadiense se
ha dado la tarea de vigilar también las aguas que separan del continente con
las islas y los archipiélagos, por supuesto, tomando en cuenta la Ley del Mar,
una convención internacional de la Organización de las Naciones Unidas que
propone una libertad de tránsito marítima en todo el mundo. A partir de este
contexto, entra un tema polémico que no se ha resuelto desde 1880 (cuando
Canadá adquirió el archipiélago de Gran Bretaña), que es el pasaje del Noroeste:
7 rutas marítimas que atraviesan el continente desde el Océano Atlántico hasta
el Océano Pacífico (y viceversa) a través del intrincado terreno congelado
parte de las provincias de Terranova y Labrador, Nunavut, Yukón y los
Territorios del Noroeste, aunque también incluyen los territorios marítimos de
Estados Unidos y de Noruega. Si es que algún transporte marítimo quiere llegar
al otro lado, según las autoridades canadienses deberá de atravesar “el pasaje
del Noroeste de Canadá” o Canadian Northwest Passage, considerado
también con el mismo estatus que tendría un lago o un río canadiense. Sin
embargo y como habría de esperarse, Noruega, Estados Unidos y Canadá ahora se
han enfrascado en una batalla legal, política e histórica en el reclamo del
paso del Noroeste. En el artículo recomendado de hoy, “The Northwest Passage
Dispute”, la Dra. Danita Catherine Burke explica cómo se originó y cómo ha
ido evolucionando la disputa por el pasaje del Noroeste, mientras que al final
evalúa las consecuencias que se han derivado del ambiguo estatus legal
“internacional”.
A través de la revista del grupo de investigación de
Oxford, la doctora en política y diplomacia del Ártico explica que en el “Caso
de la explotación pesquera” de 1951 (o Fisheries Case), y que se
presentó y se aprobó en la Corte de Justicia Internacional, se establecía que
Noruega tenía el derecho de fijar puntos de referencia arbitrariamente para
delimitar su territorio marítimo a pesar de que en la época ya había estándares
para puntualizar las delimitaciones costeras de Noruega. Mientras tanto Canadá,
viendo el caso de Noruega, también consideró tener el mismo derecho, siendo que
en 1985 implementó estas delimitaciones para encasillar las aguas desde la
frontera marítima y considerarlas como “aguas internas”. Estados Unidos, por su
parte, defiende el paso del Noroeste como un “estrecho internacional, un área
con mares amplios que conectan dos grandes océanos y que está abierto para el uso
pacífico de cualquier embarcación de cualquier país”. Para defender su
posición, el gobierno estadounidense cita el Caso del Canal de Corfú de 1949 (Corfu
Channel Case), donde Albania perdió el juicio frente a la Corte
Internacional en la consideración del Canal de Corfú como aguas territoriales albanesas,
un estrecho donde se reciben grandes volúmenes de tráfico internacional en la
conexión del Mar Adriático y el Mar Jónico. Regresando un poco, confirma la
Dra. Burke que, en realidad, la disputa sobre el estatus legal del Pasaje del
Noroeste no produce ningún beneficio inherente ni para Canadá ni para Estados
Unidos, pues conforme avance el tiempo se irán presentando otras dificultades,
como el calentamiento global y el cambio climático que será un factor
determinante para regular la actividad económica de la zona, por lo menos, de
parte de Canadá.
FUENTE: Burke, Danita Catherine. “The Northwest Passage Dispute”. Oxford Research
Group. 02-26-2018.
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