El 5 de agosto de 2019 falleció la escritora Toni Morrison a los 88 años y dejó como legado una influyente obra literaria en el canon estadounidense, donde resaltan temas como el feminismo, naturaleza, civilización y barbarie, mitos y fantasías, y el sentido de raza en la población negra. Dentro de un contexto de los Estados Unidos de los años 90 donde los negros estadounidenses se iban haciendo cada vez más importantes en la política, es vital el hecho de que Morrison fuera galardonada en 1988 con un Pulitzer y en 1993 con el Premio Nobel, con solo 6 novelas publicadas (la mayoría de los galardonados poseen una vasta obra publicada), y que fuera la primera autora afroamericana en recibir la medalla. El peso de todo esto habría de recaer en un significado cultural y social para los lectores y seguidores de Morrison, sin embargo, la autora siempre mantuvo una posición noble, acentuando el orgullo por sus orígenes autodenominándose “una escritora negra” (o “black woman writer”) y detestando el término “escritor poético” (o “poetic writer”), según Elissa Schappell, quien la entrevistó en el verano de 1993, a pocos meses de que ganara el Nobel de Literatura.
Así pues, el siguiente documento recomendado de hoy es la entrevista para The Paris Review en la cual la novelista estadounidense Schapell mantuvo con Morrison en su despacho de la Universidad de Princeton, cuando daba clases de humanidades y se perfilaba como una pionera en los estudios afroamericanos. Durante esta conversación, Morrison cuenta que el motivo principal por la cual empezó a escribir todos los días antes del amanecer, o antes de las 5 de la mañana, fue por la necesidad de reunir dinero, porque era la hora en que sentía que tenía mayor capacidad intelectual para escribir, y porque el resto del día podía criar a sus hijos. De hecho, toda su vida giraba en torno al trabajo y a los niños, lo que la llevó a tener malos hábitos, como empezar a comer a la hora del almuerzo o a la hora de la cena. No obstante, escribir diariamente en la mañana la llevó a producir todas sus obras tan solo con seguir con lo que muchos llaman un ritual: “levantarse en las mañanas, hacer café mientras todavía esté oscuro afuera, tomar el café y observar cómo viene la luz”. De hecho, Morrison utilizó en la entrevista la metáfora de la luz como la única forma de empezar a escribir, también en oposición a la obscuridad de lo misterioso suele extenderse en la cultura general en el proceso creativo de escritura: “para mí, la luz es señal de transición. No comienza en la luz, sino que empieza antes de que llegue la luz. Me habilita, en cierto modo” (cursivas de la entrevistadora).


FUENTE: Schappell, Elissa. “Toni Morrison, The Art of Fiction No. 134”. The Paris Review. Issue 128, Fall 1993.
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