En el mes de abril la crisis del Covid en Estados Unidos y Canadá* se vivió en ritmos y formas muy diversos en cuanto a los actores de política de salud y aquellos que toman decisiones en un contexto de incertidumbre, “es un estira y afloja” en la toma de decisiones y tensas relaciones desde el poder ejecutivo con las autoridades sanitarias, con desaveniencias frente al poder legislativo y roces con algunos gobernadores (y premiers*), acerca de si ha habido efectividad de la autoridad en la contención y control de la pandemia en cada estado, provincia y país.
Para el presidente Trump lo importante era conseguir la aprobación de su Opening America Again, aun cuando las directrices de su discurso no coincida con la política de gradualidad de la administración de Salud. Desde el martes 20 de abril, 20 estados que representan el 40 por ciento de la población estadounidense anunciaron prontamente preparativos para reiniciar sus economías de manera segura con diversas variantes locales y regionales según particularidades de cada estado.
En doble discurso, Trump empezó a avalar las manifestaciones en contra de las restricciones federales y estatales que marcan pautas de distanciamiento social y que vulneran las libertades, aunque al menos en 10 estados se haya considerado preservar la política del “Stay at Home”. Muchos de los electores de esos estados quejosos son fieles seguidores de Trump, del mismo modo que él mismo y el vicepresidente, Michael Pence, como de otros gobernadores, han cometido desacato a las restricciones sanitarias. El plan se espera reanime la campaña electoral de Trump frente a los costos políticos del nuevo contexto de crisis y recesión provocada por la pandemia. Michael McConnell, parece ser su torre en el senado para lograr desactivar cualquier ofensiva demócrata que impida que los republicanos pierdan la mayoría en ese órgano legislativo. Todo indica que ha decidido pavimentar el camino de la relección con ayuda de piezas clave de su equipo político: la misión del fiscal general William Barr es seguir proporcionando apoyo jurídico a Trump para contrarrestar probables brotes legales que pudiera sufrir; y vencer a su virtual oponente político electoral Joe Biden, favorecido ahora en votos en swing states, a quien seguramente se buscará desgastar en imagen y viabilidad entre sus electores, como sus adversarios quieren que suceda con las acusaciones sexuales que se destaparon con una ex colaboradora en 1993, problema que al menos puede dividirle el apoyo entre las mujeres demócratas. Por último, la estrategia política debería basarse en las teorías conspiracionistas inculpando a China como el gran enemigo que provocó la pandemia en laboratorio, una política clara para exculparse de la negligencia en el manejo de crisis del Covid. Aunque medios y encuestadoras en su mayoría no han favorecido a Trump, no siempre éstos ha sido un factor definitivo para afectar su campaña electoral mediáticamente. ¿Cuál será el impacto de la reapertura económica en la transición política al final de cuarentena de su administración?.
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